Seleccionar página

Silvia Sanz Torre, al frente de la Orquesta Metropolitana de Madrid, dirigió y explicó al público cómo la música nos habla

  • Ciclo Batutta la familia: ¿A qué te suena esta música?
  • Sábado 2 de noviembre 11:30
  • Auditorio Nacional – Sala Sinfónica
  • Directora Silvia Sanz Torre
  • Programa Suites 1 y 2 de Peer Gynt de Grieg y ejemplos musicales comentados de otros compositores

Prolongados aplausos y el público en pie pusieron fin al concierto ¿A qué te suena esta música?, primero del ciclo o Batutta la familia que tuvo lugar el pasado sábado 20 de noviembre en la Sala Sinfónica del Auditorio Nacional de Música con la Orquesta Metropolitana de Madrid bajo la batuta de Silvia Sanz Torre que, además de dirigir a la orquesta, se dirigió al público micrófono en mano para explicar y descubrir a los asistentes los secretos de una obra musical, en este caso, las Suites 1 y 2 de Peer Gynt de Grieg, todo ello complementado  con ejemplos de otras obras para mostrar cómo y con qué recursos los grandes compositores logran que la música nos hable.   

Un nuevo proyecto

Nacía así un nuevo proyecto del Grupo Talía en el Auditorio Nacional de Música. El ciclo Batutta la familia, cuyo nombre surge de un juego de palabras en el que se funden la palabra batuta y la expresión en italiano “va tutta”, tiene como propósito reunir a distintas generaciones en torno a la música en vivo y ofrecer una propuesta didáctica y entretenida al mismo tiempo, siempre con buena música, que puedan disfrutar públicos de distintas edades en familia o con amigos. Y eso se vio en el concierto, niños con su familias y también adultos sin niños.

Peer Gynt, un viaje de ida y vuelta

La obra elegida para abrir el ciclo fue Peer Gynt, la música incidental compuesta por el músico noruego Edvard Grieg para la obra teatral de Henrik Ibsen del mismo título. De esta música incidental Grieg extrajo dos suites, cada una de ellas con cuatro números que se corresponden con distintos momentos del drama. Silvia Sanz nos introdujo en las aventuras y desventuras de Peer Gynt, un joven con demasiada imaginación y aires de grandeza, que quiere cumplir sus sueños a costa de todo y de todos. Sus fechorías le obligan a dejar el pueblo y viaja a África. Allí se hace rico y finalmente lo pierde todo. Hasta casi pierde la vida cuando, solo y cansado, decide regresar a su aldea natal y el barco se hunde en medio de una tempestad. En la aldea le aguarda Solveig, que nunca ha dejado de amarle y siempre ha esperado su regreso. Al final, el perdón de Solveig redime a Peer Gynt, que por fin encuentra su verdadero destino.

El concierto

Se interpretaron las dos suites en el orden que se corresponde al desarrollo del drama. Entre episodio y episodio de Peer Gynt, Silvia Sanz introdujo breves ejemplos (tan solo unos compases) de otras obras que nos ilustraban sobre la forma de describir un paisaje, un ambiente, un sentimiento o una sensación. De esta forma pudimos distinguir el luminoso amanecer de La mañana de Peer Gynt con el que da inicio la conocida obra de Richard Strauss Así habló Zaratustra y al que el juego entre tonalidades mayores y menores convierte en un amanecer más misterioso. Son los famosos compases que Stantley Kubrik introdujo en su película 2001: Una odisea del espacio.

Ejemplos comentados

Silvia Sanz continuó desgranando las suites de Peer Gynt al mismo tiempo que nos demostraba cómo el cambio de una tonalidad mayor a otra menor y la modificación de una sola nota podían hacer de un acorde o de una melodía algo totalmente distinto y cómo algo liviano o alegre podía pasar a sonar triste o sombrío.  Con El rapto de la novia, por ejemplo, vimos cómo los acordes disonantes nos ponen en la situación de que algo malo está ocurriendo. En la gruta del rey de la montaña, pudimos imaginar a Peer Gynt cuando escapa de casarse con la hija del rey para no convertirse en duende: sus pasos sigilosos al principio y luego cómo acelera la carrera cuando es descubierto y perseguido. En El retorno de Peer Gynt, los redobles del bombo y el timbal y los trémolos de la orquesta nos hicieron sentir en medio de la tempestad y con el solo de la flauta imaginamos al pobre Peer Gynt asomar y esconder la cabeza entre el oleaje tratando de salvar la vida.  Con la Danza Árabe viajamos a mundos exóticos…

Strauss, Smetana, Jachaturián, Dukas, Saint-Saëns…

En cada uno de estos episodios Silvia Sanz aprovechaba para incluir ejemplos de otros compositores. Así escuchamos truenos menos amenazantes y más divertidos como los de la polca Rayos y truenos de J. Strauss; sentir el movimiento del agua con El Moldava de Smetana; viajar a Oriente con el inicio de la Bacanal de Sansón y Dalila de Saint-Saëns o la Danza del Sable de Jachaturián.

Los instrumentos también hablan

A través de los ejemplos, además de escuchar a la orquesta, el público pudo disfrutar de fantásticos solos que nos acercaron a la personalidad de distintos instrumentos como el fagot (El aprendiz de brujo de Dukas), la flauta (El vuelo del moscardón de Rimski-Kórsakov), la lira, con la que se interpretó la Danza del hada de caramelo de Cascanueces de Chaikovski, o el violín, con su capacidad para expresar sentimientos, que escuchamos con el tema principal de la BSO de La lista de Schindler de J. Williams, que fue ovacionada por el público y que fue el ejemplo que complementó a la conmovedora Canción de Solveig, el personaje que representa el amor verdadero, la mujer que espera a Peer Gynt en su hogar y con la que se reencontrará al final de su azarosa vida y que cierra la Suite nº 2.

Final del concierto

Silvia Sanz y la Metropolitana interpretaron una obra más, la viva Danza Húngara número 5 de Brahms y la directora dejó una pregunta en el aire: ¿Por qué puede sonar alegre una danza compuesta en un tono menor? Eso quizá quede para el próximo Batutta la familia: Los ritmos en la música, el sábado 26 de febrero a las 11:30. El esfuerzo de la directora y los músicos fue premiado por los aplausos del público en pie. Todos disfrutaron y, además, fue una oportunidad para aprender a apreciar esos detalles que muchas veces pasan desapercibidos.

Silvia Sanz dio las gracias a las niñas y niños presentes en la sala por su comportamiento y su silencio durante todo el concierto, felicitación que hizo extensiva a sus familias. Y todavía hubo más, el Cancán de Offenbach acompañado por las palmas del público para marcharse a casa con el ánimo alto y ganas de volver a más conciertos.